Que no se despeguen los dibujos de las paredes, ni las fotos, ni la música, ni el llanto atrapado, que no escape, que no escape nadie, que no escape nada, ni los sueños, ni el ruido del ventilador, ni las charlas con luz apagada, que no se vaya nadie, ni vos, ni yo, ni el gato y si te vas igual que el gato cuando se me escapa no vengas a llorar a mi ventana que me da miedo y en vez de abrirla para que entres me voy a tapar la cabeza hasta que dejes de llorar.
Te necesitaba en mi vida y ella que ahí estaba, que aún es parte; su ausencia se sintió igual que la tuya. Ninguno de los dos estuvo ahí. No como yo los necesitaba.
Es necesario sacar la mierda por algún lado y la realidad es que todos estamos llenos de mierda vivimos enfocados en nuestra mierda o en la mierda de gente que nos importa, nos tapamos la nariz para no oler la mierda de desconocidos y así seguimos adelante atragantados con un pedazo de sorete a veces nuestro a veces ajeno por intención o obligación. ¿Es un buen párrafo? Te lo pregunto porque estamos conversando o al menos yo intento entablar una conversación, ojo, te entiendo si no podes hablar, quizas llevas mucha mierda en la garganta como cuando a los loros se le llena el buche ¿sabes lo que es eso? Le diste alguna vez de comer a un loro ¿sabías que si le das demás se le llena el buche y se mueren ahogados porque son chiquitos y no saben parar de comer así que cuidado que la mierda es como esa mezcla de pan mojado y te podes ahogar. Me enseñaron (a la fuerza) que la mierda de uno se queda adentro, que lo que somos realmente debe ser disfrazado con felicidad. Lo que pasa en casa se
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